“Aquellos que están más expuestos al viento frío de la incertidumbre o de la indiferencia religiosa necesitan encontrar en la persona del sacerdote esa fe fuerte que es como una antorcha en la noche y como una roca a la que pueden agarrarse. Esta fe se cultiva sobre todo en la relación personal, corazón a corazón, con la persona de Jesucristo. Y el Seminario es ante todo la casa de oración, donde el Señor convoca todavía «a los suyos» en «un lugar apartado» (cf. Lc 9,18), para vivir una fuerte experiencia de encuentro y de escucha. Así quiere prepararlos para que se conviertan en «educadores del pueblo de Dios en la fe», y capacitarles para «proclamar con autoridad la Palabra de Dios», para «reunir al Pueblo» y lo alimenten con los Sacramentos, para «ponerlo en el camino de la salvación» y conservarlo en la unidad (cf. Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 68).”
Del discurso del Papa, el 9 de diciembre 2019