En el Documento final del Sínodo recogemos este párrafo:
“Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor se hace presente. Portadora de una sana inquietud que la hace dinámica – se lee en la segunda parte del Documento – la juventud puede estar “más adelantada que los pastores” y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima “la pesadez y lentitudes”. De ahí el llamado del Sínodo al modelo de “Jesús joven entre los jóvenes” y al testimonio de los santos, entre los cuales hay muchos jóvenes, profetas de cambio.